La equidad de género es mucho más que una frase o la figura de un lenguaje incluyente, que los acuerdos políticos y sociales de una nación o que la controversia que puede suscitar este tema para algunas personas. Se trata de un camino recorrido por algunos de forma tortuosa, que ha suscitado polémicas y grandes revoluciones, pero también ha surgido de la necesidad de equidad, justicia y derechos, posterior al sufrimiento de tantas personas atrapadas en un cuerpo cuya figura y esencia han sido vulnerados por el maltrato y las injusticias que hoy nos llevan a evocar de manera consciente estos temas en los distintos ámbitos de desarrollo, entre ellos el del mundo laboral.
Si bien la mujer no hace parte de un grupo minoritario de la sociedad puesto que equipara y supera la mitad de la población mundial, a lo largo de la historia se han evidenciado prácticas desventajosas para ellas con respecto a las oportunidades que han tenido los hombres, limitando de esta manera su participación en condiciones de equidad en los distintos contextos y escenarios. Esta es una realidad que no es ajena al presente, ni a nuestra cultura y tampoco a una organización como EPM, en donde prevalece el respeto y la participación equitativa sin ningún tipo de discriminación, pero así mismo, como parte de una cultura representada en las personas que la constituyen, ha identificado brechas de género que tal vez se hacían invisibles en medio de la naturalización frente a la inequidad que aún prevalece en la sociedad.
Bajo este panorama de “piloto en automático” en el que tal vez aún nos encontramos cuando de hablar de equidad de género se trata, EPM ha identificado la necesidad de hacer consciente lo inconsciente en lo que respecta al tema, emprendiendo un camino de iniciativas en donde hombres y mujeres sin ningún tipo de distinción por razón del sexo o género, puedan encontrar un lugar de crecimiento, potencialización de sus competencias y habilidades y desarrollo personal y profesional, como un camino de acción que conecta de manera directa con su propósito.
En EPM contribuir a la armonía de la vida para un mundo mejor, es un reto de y para hombres y mujeres quienes, desde su talento, potencial y habilidades, llegan a hacer posible su crecimiento y mejora continua. Es así como la organización desde su política de Derechos Humanos en sus lineamientos 1: trabajo decente y 8: respeto por la igualdad de derechos , ratifica su compromiso con las personas, propiciando un despliegue de acciones que se derivan en buenas prácticas de género, en donde hombres y mujeres gozan de un entorno laboral cada vez más equitativo y consciente de sus desafíos y retos que el tema amerita, haciendo de la equidad de género una realidad cada vez más tangible.
De la mano de entidades y personas expertas en el tema, a finales de 2019, EPM inició un recorrido por distintos procesos organizacionales con enfoque en la equidad de género. En este camino que partió de un diagnóstico organizacional, se identificaron buenas prácticas de las cuales hoy la empresa se siente orgullosa y seguirá propendiendo por mantenerlas en equilibrio. Así mismo, se identificaron brechas en la que trabaja con el único fin de ratificar el compromiso que se tiene con las personas y con su calidad de vida personal y laboral, y desde la perspectiva de la equidad en la participación.
Para el abordaje de las iniciativas con enfoque de género en EPM, se han identificado algunos hitos importantes, entre ellos el respaldo de la alta dirección, la cual, con rigor y compromiso, ha sido promotora de acciones enfocadas en este tema. Así mismo, resulta de alto valor que esto converse con la plataforma estratégica, con los procesos, los negocios, el ADN y la esencia misma que desde siempre ha caracterizado a la organización. De estos pilares se han venido derivando acciones desde cultura, comunicaciones, selección, promoción y desarrollo profesional, capacitación y muchos otros procesos, que se traducen en acciones que van aportando a la equidad de género, donde se reflejan oportunidades equitativas para todas las personas.
En efecto, se trata de promover el despertar a una consciencia colectiva, donde no se sumen o resten ventajas ni mucho menos desventajas a las personas por razón de su sexo, su orientación sexual, su cultura, su etnia o cualquier otro tipo de diversidad, categoría o estigma social y cultural, sino que desde lo que a cada quien compete en su ser y su hacer, propendamos conjuntamente por oportunidades más equitativas que aporten experiencias de valor y contribuyan a la calidad de vida y al crecimiento integral, al cual como seres humanos todos estamos llamados.
Este recorrido que se esboza en cortas pero profundas líneas, toca conmigo, con lo que a mí también me constituye como persona, como mujer y como funcionaria de EPM. Pues desde mi ingreso a esta organización a mediados de 2019, he venido acompañando la implementación de este tipo de iniciativas, lo cual ha implicado romper con mis propios esquemas, ponerme del lado de la razón y de los hechos tangibles que sin parecer resultan desventajosos para las mujeres y poder desligarme de mis propios temores, mitos y estereotipos, para saber mirar desde las gafas de la equidad de género y ser promotora de estas perspectivas en un entorno organizacional cambiante y con nuevos retos y desafíos para responder de manera oportuna a estas necesidades.
El reto ha sido interesante, ha despertado mi pasión y entrega y me ha permitido tomar consciencia de su importancia , comprendiendo que es un camino largo que viene de años atrás y para que hoy yo pueda estar en esta organización, tener libertad de expresión, derecho al trabajo digno y además la posibilidad de demostrar mi potencial sin ser juzgada o discriminada por ser mujer o por tener una discapacidad, se han tenido que dar en el pasado discusiones fuertes entre personas, naciones y países, dejando entre sus huellas hitos y logros altamente significativos que han resignificado la realidad para la participación equitativa entre mujeres y hombres.
En nombre de esos héroes y heroínas que han avanzado en este camino, hoy agradezco a Dios, a la vida y a EPM, por permitirme hacer parte de aquellos que siguen este recorrido, conquistando nuevas batallas que ahora son de orden inconsciente, de eso que no nombramos pero que existe y que debemos seguir trabajando y promoviendo de manera conjunta y articulada para alcanzar el gran objetivo de la equidad de género.