Al momento de utilizar una página web, una aplicación o alguna plataforma en línea, esperamos que sea fácil de entender y de manejar. A eso se le llama usabilidad: la capacidad de que un producto digital pueda ser usado de manera simple, rápida y sin confusiones. Un sistema usable ahorra tiempo, evita errores y genera confianza en quienes lo utilizan.
La usabilidad es la facilidad con la que una persona puede usar una página web, aplicación o servicio digital para lograr lo que necesita, sin complicaciones. No se trata solo de que un portal “funcione”, sino de que las personas puedan navegarlo sin confundirse, encontrar lo que buscan rápidamente y completar sus tareas con el menor esfuerzo posible. En otras palabras, un diseño usable es aquel que resulta claro, intuitivo y eficiente, porque guía al usuario de manera natural y evita que pierda tiempo o cometa errores innecesarios.
Al hablar de usabilidad es imposible no referirse a uno de los padres de este campo: Jakob Nielsen, considerado una de las figuras más influyentes en la experiencia de usuario (UX).
Nielsen presentó sus 10 heurísticas de usabilidad, principios generales que ayudan a diseñar interfaces digitales fáciles de entender, intuitivas y centradas en las personas. Aunque fueron planteados hace muchos años, siguen siendo actuales y se aplican en sitios web, aplicaciones, videojuegos e incluso en entornos de realidad virtual.
Estos principios no son reglas rígidas, sino buenas prácticas que permiten reducir errores, mejorar la eficiencia y ofrecer experiencias digitales más claras y confiables.
El sistema debe informar al usuario qué está pasando en todo momento, por ejemplo, con mensajes o indicadores. Así, entiende el resultado de sus acciones y sabe qué hacer después.
Ejemplo: cuando envías un formulario en una página web y aparece un mensaje que indica: “tu información fue enviada con éxito” o un ícono de carga que indica que algo está procesando.
Cuando la interfaz refleja la forma en que las personas están acostumbradas a interactuar en la vida real y presenta la información de manera ordenada, resulta más sencilla de usar y aprender.
Ejemplo: en WhatsApp, el ícono del clip para adjuntar archivos se parece al clip real de oficina. Eso facilita que cualquiera entienda su función sin explicación.
Las personas pueden equivocarse al usar un sistema, por eso siempre debe existir una salida fácil para deshacer o cancelar una acción. Esto evita frustraciones y da la sensación de que el usuario tiene el control.
Ejemplo: en Gmail, cuando borras un correo aparece un botón que muestra la opción de “deshacer” durante unos segundos. Si fue un error, lo recuperas fácil.
La coherencia significa que los elementos de un sistema deben comportarse y presentarse siempre de la misma forma. Cuando los menús, botones y palabras son consistentes, los usuarios no tienen que adivinar qué significan ni aprender reglas nuevas en cada pantalla.
Ejemplo: en la mayoría de páginas, el ícono de la lupa siempre significa buscar. Si de repente un sitio emplea una estrella para esta función, confundiría al usuario.
Lo ideal no es solo mostrar mensajes de error, sino diseñar para que los errores ocurran lo menos posible. Esto implica anticiparse a los problemas, eliminar situaciones confusas y pedir confirmación antes de una acción importante.
Ejemplo: en una tienda en línea, antes de pagar te aparece un mensaje: “¿estás seguro de que quieres confirmar tu compra?” Así evitan que compres por accidente.
El diseño debe mostrar la información necesaria en el momento justo, sin obligar al usuario a memorizar datos entre pantallas.
Ejemplo: en Google, cuando comienzas a escribir en la barra de búsqueda, te sugiere frases completas. Así no necesitas recordar exactamente todo lo que querías escribir.
Un buen diseño funciona tanto para principiantes como para usuarios avanzados. Los accesos directos, atajos o personalización permiten que quienes tienen más experiencia realicen tareas más rápido, mientras que los nuevos usuarios pueden usar la ruta estándar sin problemas.
Ejemplo: en Microsoft Word, puedes copiar con el menú clic derecho → copiar, o usar el atajo: Ctrl + C. Funciona para principiantes y para quienes ya conocen las funcionalidades.
La interfaz debe mostrar solo la información y los elementos necesarios. El exceso de detalles o adornos distrae y dificulta que el usuario encuentre lo que realmente importa.
Ejemplo: la página de inicio de Google: solo tiene el buscador en el centro, sin distracciones.
Los mensajes de error deben ser claros y fáciles de entender, sin códigos técnicos. Deben explicar qué salió mal y ofrecer una solución práctica para que el usuario sepa cómo continuar.
Ejemplo: cuando ingresas mal tu contraseña en una aplicación, en lugar de mostrar un código técnico (error 404), aparece un mensaje claro: “la contraseña no es correcta, intenta de nuevo o restablécela”.
Aunque lo mejor es que el sistema sea tan claro que no necesite explicaciones, siempre es útil contar con una sección de ayuda. La documentación debe ser fácil de encontrar, breve y práctica, mostrando los pasos exactos para resolver una tarea.
Ejemplo: en una app bancaria, si intentas hacer un pago y no tienes fondos, aparece un mensaje claro: “no tienes saldo suficiente en tu cuenta. Transfiere dinero o selecciona otra tarjeta”. No solo dice que hay errores, también explica qué hacer.
La usabilidad es lo que hace que un servicio digital sea fácil de usar. Cuando el diseño es claro y evita errores, las personas encuentran lo que necesitan sin enredos y confían más en la herramienta, por eso, es clave tener en cuenta estos principios y aplicarlos día a día.
Y esto aprenderemos hoy.